Historia de los bibliobuses
urante más de 100 años los bibliobuses han prestado servicio en zonas rurales, urbanas, suburbanas y tribales, llevando el acceso a la información y a los recursos de aprendizaje permanente a todas las clases y comunidades.
Cada año, la American Library Association (ALA) patrocina la Semana Nacional de las Bibliotecas y honra a los bibliobuses y a los bibliotecarios que los conducen con su propio día. Este año, las festividades tuvieron lugar el 6 de abril de 2022. La ALA declaró: «Los bibliobuses y los servicios de extensión bibliotecaria son, y siguen siendo, una parte integral y vital de las bibliotecas de todo el país. Durante más de 100 años los bibliobuses han prestado servicio en zonas rurales, urbanas, suburbanas y tribales, llevando el acceso a la información y a los recursos de aprendizaje permanente a todas las clases y comunidades.»
En los años 90, los bibliobuses vivieron otro «apogeo». En 1991, 1.125 bibliobuses recorrían las carreteras de EE.UU. El número fue disminuyendo hasta 2015 con un mínimo de 647 bibliobuses. Según el informe Public Libraries Survey de 2019 del Institute of Museum and Library Services, alrededor del 6% de las bibliotecas públicas operaban «uno o más» bibliobuses, y 671 bibliobuses ofrecían servicios bibliotecarios en todo EE.UU. Con su presencia en aumento, ¿significa esto, como se predijo un «renacimiento»?
Durante décadas, Kentucky ha ocupado sistemáticamente el primer puesto como estado con más bibliotecas móviles. En el oeste de Kentucky, la bibliotecaria Sandra Hennessee, que empezó a conducir el bibliobús en 1995, transporta libros a guarderías, centros de preescolar, residencias asistidas y granjas. El bibliobús de la Biblioteca Pública del Condado de Graves también conecta a los residentes rurales con Internet de alta velocidad. En 2017, Hennessee prestó unos 1600 libros mensuales, lo que supuso casi una cuarta parte de los libros prestados por la biblioteca del condado.
Además de abastecer las estanterías con libros, lo cual es importante en sí mismo, algunos bibliobuses llevan también DVD, juegos, revistas y música. En algunos, se pueden solicitar títulos específicos para su recogida, puntos calientes, tecnología, etc.
En 1859, un carrito llamado Perambulating Library, uno de los primeros bibliobuses de los que se tiene constancia, recorrió las calles de Warrington (Inglaterra). En 1905, los bibliobuses llegaron a Estados Unidos. La primera biblioteca ambulante de la que se tiene constancia apareció en Maryland. Dado que alrededor del 50% del condado de Washington residía en zonas remotas fuera de Hagerstown, la bibliotecaria Mary Lemist Titcomb, decidida a «servir a todo el condado», diseñó el primero: un vagón tirado por dos caballos, Black Beauty y Dandy. Con estantes exteriores, llevaba aproximadamente 200 libros.
En 1912, el condado de Washington recibió su primer bibliobús motorizado. Sharlee Glenn, autora de Library on Wheels: Mary Lemist Titcomb and America’s First Bookmobile, califica los años 60 y 70 como el «apogeo» de los bibliobuses. Entonces, Glenn dice que al menos 2.000 bibliotecas móviles recorrieron los Estados Unidos.
Durante la década de 1960, W. Ralph Eubanks, autor de A Place Like Mississippi: A Journey Through a Real and Imagined Literary Landscape, recuerda que los bibliobuses se detenían en su calle del sur de Misisipi: «A los bibliotecarios no les importaba que estuviera descalzo y que llevara un par de pantalones cortos andrajosos. Lo único que les importaba era que yo quisiera leer, y ayudarme a encontrar algo que me gustara leer». Un verano, Eubanks, a punto de cumplir 11 años, descubrió a William Faulkner en las estanterías. Al pasar las páginas de The Reivers, leyó por primera vez a un autor de Mississippi. Para el joven Eubanks, la lectura de la novela fue el «primer indicio de que alguien de mi lugar del mundo también podía ser escritor».
Al otro lado del estado de Washington, en la década de 1960, Storm Reyes se crió en campos de trabajo para inmigrantes. La niña de 12 años, que aún no tenía un libro, entró escéptica en un bibliobús por primera vez y salió con un brazo lleno de títulos, «los devoró» y volvió dos semanas después. Reyes afirma que, a los 15 años, «había leído sobre gente como yo y no como yo. Había visto lo enorme que era el mundo, y eso me dio el valor para salir». Con el tiempo, Reyes se convirtió en bibliotecaria del condado de Pierce y trabajó allí durante más de 30 años.
Cuando alguien piensa en los bibliobuses, es posible que su mente se dirija a sus formas más populares: pequeños autobuses, camiones y furgonetas, pero las bibliotecas móviles recorren el mundo de diferentes maneras. Cuando Roshan, del proyecto de la Biblioteca Camello, visita aldeas en Pakistán, los niños exclaman: «¡el camello está aquí!». En Suecia, bokbåten, la biblioteca flotante del condado de Estocolmo, transporta unos 3.000 libros y hasta varios bibliotecarios. Creado en 1953, el barco recorre 23 islas diferentes. Desde 1997, Luis Soriano, un antiguo maestro de escuela de La Gloria, recorre el campo colombiano en burros para llevar libros a los estudiantes. Con estanterías de madera sujetas a las monturas de Alfa y Beto, el «Biblioburro» ha pasado de 70 libros a más de 7.000 y de una biblioteca ambulante a casi 20.
Un ejemplo interesante de la evolución de los bibliobuses es el bibliobús digital de OverDrive. Un servicio gratuito disponible para sus bibliotecas y escuelas asociadas en Estados Unidos y Canadá, el bibliobús digital muestra a los lectores de todos los grupos de edad cómo acceder y navegar por las colecciones digitales de su biblioteca.
Actualmente, las bibliotecas no son las únicas que gestionan los bibliobuses. En Crozet, Virginia, Flannery Buchanan dirige Bluebird Bookstop, una librería móvil propiedad de una mujer, desde una encantadora «caravana vintage». En 2015, OlaRonke Akinmowo fundó la Free Black Women’s Library. Móvil pero con sede en Brooklyn, el «proyecto de arte social, instalación interactiva y colección de libros que celebra la brillantez, la diversidad y la imaginación de las escritoras negras» consta de 5.000 libros de mujeres negras.
En caso de que le haya picado el gusanillo del bibliobús y quiera montar el suyo propio, cuesta, según los cálculos de la ABOS, 200.000 dólares. En “How To Start A Bookmobile,” (Cómo montar un bibliobús), Emily Stochl habla con Hilary Atleo, de Iron Dog Books. Inspirada por la popularidad de los camiones de comida, Atleo creó en Vancouver esta librería móvil de propiedad indígena, que vende libros nuevos y de segunda mano, junto con su marido, Cliff.
Martes 15 de abril de 2014
El Bibliobús de León cumple 50 años:
Es más que un servicio de libros, una conexión vital en los pueblos olvidados
Los bibliobuses de la Diputación de León cumplen 50 años con más de cinco millones de documentos prestados tras recorrer el equivalente a 320 vueltas al mundo
anécdota vivida allí.
“Vas a un pueblo, el último de la carretera y salen a coger los libros. Recuerdo una vez en Espina de Tremor, que llegué con una nevada impresionante con la chica que iba del bibliobús. Tira, tira, que la carretera está bien… y estaba bien la general, pero después no pudimos entrar, tuvimos que dar la vuelta, empujando la nieve y nos venían las señoras del pueblo con botas y madreñas a recoger los libros”, apunta.
Sara Calvo llega tres años al frente y, entre usuario y usuario, comenta que su trabajo consiste, fundamentalmente en “atender a la gente y ayudarles en lo que pueda. En los colegios es un poco locura. Básicamente es escucharlos, ir conociéndolos y más o menos sabes qué necesitan, qué les puedes traer. La gente te lo agradece”.
Lo que más le gusta son las paradas de los colegios porque “los niños son sinceros, son divertidos y el resto de la gente también… los pueblos son comunidades. Vienen cuatro, se recomiendan entre ellas, se juntan a tomar el café después. Hay hombres también, pero son muchas más mujeres” coincide con su compañero de ruta.
“Discuten entre ellas, que si se cuelan, se pican con algún libro que esté de más actualidad. Te cuentan su vida; problemas, todo”, señala y reconoce una faceta de psicóloga en una labor en la que la parte cultural comparte protagonismo con la vertiente social. “Hay gente que viene solo por hablar un rato. En un pueblo, Arcayos, tenemos a un único usuario, Gaudencio, y vamos por él”, cuenta con naturalidad antes de subrayar que el bibliobús “llega donde no llega nadie. Hay pueblos a los que vamos en los que no hay nada, ni tienda ni banco, ni colegio, ni bar ni nada. A esa gente, yo creo, es a la que más cuidamos. También a gente enferma o con poca movilidad. Acabas conociendo a todo el mundo”, manifiesta.
Las palabras de Sara coinciden con las consideraciones de Roberto Soto. “La cultura es la excusa para hacer una gran labor social en la provincia. Es un servicio polivalente que llena los huecos que dejan otros servicios. Se fomenta el acceso a la lectura, la formación y el conocimiento. Se ofrece compañía, conversación y se escucha”, concluye.
También el diputado de Cultura, Arte y Patrimonio, Emilio Martínez, habla del bibliobús con conocimiento de causa. El también alcalde de Cabrillanes fue socio hace décadas y hoy en día lo es uno de sus hijos. “Era un motivo de alegría cuando llegaba al colegio y salíamos a por los libros nuevos y sigue siendo motivo de alegría. No es un adorno; es un servicio de primera necesidad social que abre otras puertas, de otros mundo a través de los libros”, apunta.
“Es una de las apuestas de la Diputación y de lo poco que nos queda en pueblos en los que se pierden otros servicios. La gente sale al bibliobús lo mismo que al frutero o al panadero y es un momento de reunión y de encuentro”, afirma.
La Diputación de León quiere premiar la fidelidad de quienes se mantienen como usuarios desde aquel 1974 y la próxima semana rendirá un homenaje a esos 65 socios cuyo carné se expidió hace 50 años y les agradecerá con un obsequio su permanencia. Además, la institución presentará un video que recoge testimonios de personajes destacados de distintos ámbitos de la sociedad leonesa que fueron usuarios.
En 50 años de trayectoria los bibliobuses de León -alguno de los cuales será renovado en próximas fechas- suman una distancia recorrida que equivale a 320 vueltas al mundo y contabilizan cinco millones de documentos prestados. Cifras que seguirán creciendo mientras se mantenga la voluntad de la institución provincial de llegar “donde nadie llega”.
28 de enero es el Día del Bibliobús en España.
La labor del Bibliobús no se ve recompensada con frutos si no tienen una continuidad en el tiempo, y es precisamente eso lo que queremos celebrar este 2023, cuando se cumplen el 70 aniversario de una trayectoria que no se ha interrumpido desde entonces.
No se nos olvida el admirable esfuerzo que supuso poner en marcha el Bibliobús del Frente (1938-1939) en Cataluña, el primer bibliobús español, desgraciadamente igual que fue hijo de la Guerra Civil también fue una víctima mortal más de ella.
Cuando en 1953 se vuelven a retomar los servicios bibliotecarios móviles, será ya para atender los barrios y los cinturones industriales de las principales capitales, sin que dejaran de funcionar hasta nuestros días.
Setenta años dan para mucho, tanto para momentos buenos como para momentos malos, pero si de algo estamos seguros es de la profesionalidad y motivación de cuantos con su esfuerzo, conocimientos, habilidades y tesón consiguieron llegar los rincones más desfavorecidos de una nación que partía del desastre de una guerra y tenía un largo y penoso camino por delante hacia el desarrollo económico, social y político.
En sus siete décadas de funcionamiento permanente, los Bibliobuses también han sido hijos de las épocas que les ha tocado vivir, evolucionando con ellas a la par, de tal forma que, por poner algunos ejemplos, en 1971 empezaron a actuar en el medio rural, comenzando la línea hoy dominante en ellos; también sufrieron la crisis del petróleo de 1973 con una merma considerable de las flotas existentes; con la llegada de la Democracia pasaron a depender de los gobiernos regionales con la pluralidad de gestión e imagen que ello supuso; en las dos últimas décadas del S. XX se modernizaron muchas de las flotas; a principios del S. XXI comenzaron a surgir estudios integrales sobre estos servicios; en 2013 recibieron el Premio Nacional al Fomento de la Lectura a la par que su visibilidad aumentaba; y en nuestros días se han convertido en una pieza clave para el servicio bibliotecario y social de calidad en la España Vaciada.
Los grandes edificios se asientan sobre fuertes cimientos, ahora los Bibliobuses ya tienen unos soportes suficientemente fuertes para seguir adelante en su defensa de la igualdad de oportunidades, en contrata de todo tipo de discriminación, incluida la del lugar de residencia.
El Día del Bibliobús en este 2023 es, por tanto, una celebración muy emotiva, que pretende recordar el trabajo continuado, callado y silencioso de tantos profesionales que nos precedieron, y que ayudaron a mejorar el día a día de tantas personas a las que les abrieron de par en par la ventana luminosa del saber, el conocimiento, el progreso, la compañía y la esperanza.
España cuenta con 75 bibliobuses, que atienden a 10.264,707 habitantes[1], es decir, la cuarta parte de los ciudadanos con servicio de biblioteca pública en España.
Igualmente, de los 5.066 municipios españoles con punto de servicio, 1.958 tienen al Bibliobús como su biblioteca pública.
¡Feliz Día del Bibliobús, 2023!
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